Desde el día en que decidió llevar la carga de los pecados de su esposo, el Gerente Yano ha venido todos los días.Los pasos claramente no eran los de mi esposo, pero él caminó de regreso por el pasillo seco a primera hora de la tarde, riendo mostrando los dientes.No sabía cuánto tiempo tendría que soportarlo hasta que volviera mi felicidad, y mi corazón y mi cuerpo se rompieron en los días sin esperanza.Y al séptimo día, estaba yo que no podía volver a una vida matrimonial feliz, no, no quería volver.