Una pareja joven que acababa de mudarse a la habitación de al lado vino a recibirme. Frustrado todos los días, me quedé paralizado por el cuerpo sencillo pero glamoroso de mi esposa. Un día, después de pasar muchos días masturbándose mientras escuchaba las actividades nocturnas de la pareja que podía escuchar desde la casa de al lado, logró detener la carrera de su esposa e invitarla a su casa con el pretexto de enseñarle un entrenamiento más efectivo. ¡El toque corporal disfrazado de buenas intenciones funciona y el coño de la esposa gradualmente comienza a sentir una inundación! Las cosas iban bien hasta que ella mostró con orgullo su gran polla y tuvo el sexo que siempre había querido, ¡pero luego las cosas tomaron un giro inesperado...!