Tres años después de casarme con mi esposo, habíamos construido una familia feliz, pero al mismo tiempo, seguíamos sufriendo de infertilidad.Habíamos soñado con tener un hijo desde el comienzo de nuestro matrimonio, por lo que decidimos someternos a un tratamiento de fertilidad.Sin embargo, justo después del examen, se descubrió que la posibilidad de embarazo era nula por culpa de su marido.Aún así, mi esposo, que no podía darse por vencido, le pidió a su cuñado, Kenji, que fuera la persona más cercana a él.Y acepté la agencia de siembra por primera y última vez...